Primero estoy bailando,
y luego el vacío en el estómago.
De repente todo me asusta
hasta que mi rostro se desfigura en llanto.
Tranquila.
No me preocupa demasiado,
porque así como todo pasó,
las vibraciones de sentimientos viejos
son solo eso: memorias que buscan un nido que ya no existe.
Quieta.
Tranquila.
Cuando caigo y floto
en esas sensaciones de hormigueos,
veo animales nocturnos
y sus ojos fijos sobre mí.
De pronto mis propias sombras intentan cazarme,
y cuando al fin puedo volver,
después de pelearme o rendirme,
observo los vestigios
del nido que buscan encontrar
nuevamente dentro de mí.
Profundamente me deseo
caer sin miedo al golpe o al flote.
Tranquila.
Respira,
que la marea baja siempre.
Regresa aquí,
a la luz de tu promesa.
