Se perdió todo un octubre
de lluvia y hongos.
La neblina del potrero,
yo,
una viejita
y el silencio.
Algunas cajas mal cerradas
me recordaron
que tenía piernas
para caminar,
correr
y bailar.
Tiempos, rostros,
vendajes, manos,
arena,
concreto,
madrugadas.
Revisito esos lugares en mi cabeza
y todavía lloro.
Este octubre
también tiene olor a lluvia.
Hay flores,
paz,
algunas caídas,
olvidos,
memorias,
luz,
carcajadas.
Al final,
lo que recibí
fue un regalo.
Gracias.
Para siempre.
