LetrasDeMarea

Parálisis

Me absorben los fractales espesos desde el pecho mientras estoy a oscuras tratando de moverme.

Sé que navego en el mar de mis sueños y que esas aguas las conozco, pero voy en mi bote congelada por el miedo.

Casi de inmediato y una a una, las imágenes me agujeran la visión interna como balas disparadas por mi propia mano. Lo siguiente que veo son ensayos de lo mismo.

Las noches no son descanso, son solo alfombras en las que me siento horas a contemplar los ventanales desde donde puedo tomar distancia y mirar mis pensamientos con el otro par de ojos.

Y me pesa.

Y me agota.

Y me ocupo.

Pero, aunque me ocupo, el vacío de una migración inyecta mis venas de adrenalina y alimenta mis no procesados, mis límites, mis barreras y mis fantasmas.

Ojalá pudiera recordarlo todo.

Ojalá el sabor a mantequillas con azúcar pudieran ser remedio.

No sé qué hora es.

A lo lejos, las campanillas y de pronto solo mi respiración que hace de arrullo, y un silencio.

Me hablo ahí, en la quietud de mi cuerpo.

Silencio.