LetrasDeMarea

Promesa cumplida

No fue suficiente. Pero hice todo lo que se suponía debía hacer para mantener la casa de pie, aun cuando el impulso desenfrenado por huir me convertía la sangre en fuego.

Los gritos no construyen una casa.
Ahora que finalmente puedo mirarme, quisiera haberme sacado de ahí cuanto antes. Solo volvería para salvarme, porque esa casa grande, sola en medio de potreros, no era más que un síntoma de algo podrido.

¡Yo quise cruzar el río tantas veces!
Y si algo me reprocho, es no haber sido yo quien decapitara el cadáver tendido en la sala, de aquello que un día fue.
Quizás aún pienso que así me habría ahorrado dolores y semanas de ayuno involuntario, pero el destino es perfecto y no tenía que ser yo.
A mí me tocaba un vino, unos cigarros, pan, salame, queso, una amiga y mirar la casa en llamas.

Un duelo, dos, cinco, ocho… ya perdí la cuenta de cuántas veces me morí:
de cuántos cuerpos sepulté,
de cuántas ideas enterré junto a los cariños,
de cuántas velas encendí para alumbrar el laberinto de mi conciencia.

No puedo ni siquiera describir el tiempo que estuve encerrada ahí,
porque abría los ojos para buscar el sol y moría al instante en la oscuridad.

Falsa. Una casa falsa, pero con alma, porque era yo quien adornaba con flores las grietas que dejaron los gritos y los golpes en la pared.
Mi alma en flor, como un vendaje inútil. Pero había amor en mis flores.
Hay amor en las flores que ahora reposan serenas sobre la mesa que está frente al balcón.

Mi semilla no fue plantada en tierra infértil, pobre, carente, seca. Eso me satisface.
Mis semillas ahora son enteramente mías, porque en mi casa ya no hay miedo, solo árboles afuera de cada ventana, canciones en cada cuarto y ni un solo río cerca.
Ya no más fuego.

Solo una promesa cumplida.